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sábado, 4 de febrero de 2017

Hacksaw Ridge, o Mel Gibson regresa.

 Objeción de conciencia, una historia real. Desmond Doss sintió la llamada patriótica del tío Sam, según él cuando los japoneses atacaron Pearl Harbor, pero sus valores están escritos en piedra y matar es el pecado más grande según su doctrina. Él no va a tomar el fusil si no la morfina y las vendas, o eso es lo que quiere, pero hacerlo fácil es no tener drama en tu película así que los encargados de su entrenamiento hacen todo lo contrario. He aquí la mitad de la película. Me saltó el adorno de la relación porque es obvio que el género le pide enamorarse de una enfermera. 



Hacksaw Ridge del director Mel Gibson



 Luego de que se cansan de inventar tragedia por fin va a poder servir a su país de médico el joven Desmond. Dejando de lado lo ridículo que se ve un médico sin fusil asaltando un objetivo prácticamente en primera línea, entramos en lo que es para mi lo mejor de la película, el contacto de las balas con los cuerpos. Mel Gibson trata de recrear el caos elemental de la guerra, para esto recurre al los cortes rápidos y cambios de ángulo pero siempre desde un punto de testigo, todos los testigos atentos sólo a la muerte sangrienta y explosión espectacular, sin ganas de retratar la desprolijidad, desorientación y miedo, ni cualquier característica humana básica del escenario.



Desmond Doss y su esposa.



 Por supuesto que el soldad Doss no come carne, o le dan la ración de combate vegetariana obvio que existía o se alimenta de la palabra de Dios, la película me insinua lo último. Luego de hacer el milagroso rescate de 75 personas, según cuenta la leyenda, mientras esquivaba el asedio marino a la cresta de Hacksaw y el avance de las tropas japonesas, solo, casi sin sudor, aunque por fin se le olvidó que era campesino y dejó de hablar con el acento poco sútil que nos recordó durante la primera parte de la película su estrato social, logró ganarse el respeto de la compañía. Para informarnos de esta nueva admiración se les ocurre justificar el atraso de una misión con que el santo Desmond Dross estaba pidiendo por ellos, porque era imposible hacerlo antes de la hora, eso es muy práctico y poco dramático.



Mel Gibson drigiendo a Vince Vaughn



 Lo que en verdad me impidió disfrutar la película es lo poco humano que se siente. El lenguaje expresado es el de un actor diciendo sus líneas y el otro respondiendo. No hay sombras ni grises, está todo iluminado de forma pareja, todo visible, plano. Secuencias y planos clásicos, probados, ni un riesgo. Tripas y cuerpos que muestra en las escenas de combate que a veces se asemejan al vocabulario del cine de terror. Así que aquí encontré nada y creo que eso encontraré cada vez que entre a ver la obra de este señor.

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